Esta música tan sencilla
yo no sé por qué me conmueve.
Hasta los árboles se inclinan
como se inclinan cuando llueve.
Yo no quiero mirar al ciego...
Su violín es rudimentario,
pero las notas, aunque agudas,
no se han nunca desafinado.
Yo comprendo que el viejo llora,
su música lo hace sentir...
Serán sus ojos todo blanco,
no lo veo, no lo quiero oír.
Interminable la balada
que arranca del pobre violín,
interminable mi congoja.
¡Oh!, puede que no tenga fin...
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