lunes, 3 de junio de 2013

A La Soledad - John Keats

¡Oh, Soledad! Si contigo debo vivir,
que no sea en el desordenado sufrir
de turbias y sombrías moradas;
subamos juntos la escalera empinada;
observatorio de la naturaleza,
contemplando del valle su delicadeza,
sus floridas laderas,
su río cristalino corriendo;
permitid que vigile, soñoliento,
bajo el tejado de verdes ramas,
donde los ciervos pasan como ráfagas,
agitando a las abejas en sus campanas.
Pero, aunque con placer imagino estas dulces escenas contigo,
el suave conversar de una mente,
cuyas palabras son imágenes inocentes,
es el placer de mi alma; y sin duda debe ser
el mayor gozo de la humanidad,
soñar que tu raza pueda sufrir
por dos espíritus que juntos deciden huir.

miércoles, 6 de junio de 2012

Sonetos del Portugués - XLIII - Elizabeth Barret Browning

¿Cómo te amo? Deja que cuente los modos...

XLIII

How do I love thee? Let me count the ways.
I love thee to the depth and breadth and height
my soul can reach, when feeling out of sight
for the ends of Being and ideal Grace.


I love thee to the level of everyday´s
most quiet need, by sun and candle-light.
I love thee freely, as men strive for Right;
I love thee purely, as they turn from Praise.


I love thee with a passion put to use
in my old griefs, and with my childhood´s faith.
I Love thee with a love I seemed to lose


with my lost saints, -I love thee with the breath,
smiles, tears, of all my life!- and, if God choose,
I shall but love thee better after death.

¿Cómo te amo? Dejame contar los modos.
Te amo con toda la profundidad, amplitud y altura
que mi alma pueda alcanzar, cuando persigo en vano
las fronteras del Ser y la Gracia ideal.

Te amo hasta el nivel de la cotidiana
necesidad más silenciosa, con el sol y la luz de la lámpara.
Te amo libremente, como los hombres luchan por lo correcto.
Te amo puramente, como ellos alcanzan la Gloria.

Te amo con la pasión que antes puse
en mis viejos lamentos, y con mi fe de niña.
Te amo con la ternura que creí perder

cuando mis santos se desvanecieron -¡Te amo con el aliento,
sonrisas, y lagrimas, de toda mi vida!- y, si Dios elige,
Yo te amaré aún más después de la muerte. 



Rubaiyat - Omar-El-Khayyam

(De la versión francesa de Toussaint)

7

Cuando vaciles bajo el peso del dolor, y estén ya secas las fuentes de tu llanto, piensa, en el césped que brilla tras la lluvia; cuando el resplandor del día te exaspere, y llegues a desear que una noche sin aurora se abata sobre el mundo, piensa en el despertar de un niño.

8

Noche; silencio. Inmovilidad de las ramas y del pensamiento. Una rosa, imagen de tu efímera belleza, deja caer con lentitud sus pétalos. ¿En dónde estarás ahora, tú que me ofreciste el vaso que no dejo de beber? Estoy seguro de que ninguna flor se deshoja cerca de aquel cuya sed apagas, y te ves privado del amargo placer con que sólo yo he sabido embriagarte.

9

Dejan caer las estrellas sus pétalos de oro. No sé cómo no han tapizado mi jardín. Así como el cielo vuelca sus rosas sobre la tierra, vierto en mi copa el rosado vino.

13

Bien sabes que no tienes ningún poder sobre el destino, ¿por qué la incertidumbre del mañana motiva tu ansiedad? Si eres prudente, goza el momento que pasa; lo futuro, ¿qué encerrará?

15

¿Sabes lo que te puede acontecer mañana? Ten confianza, pues, de lo contrario, no dejará el infortunio de justificar tus temores. No te apegues a nada. No interrogues los libros ni a los hombres: el destino es inescrutable.

19

Todo el mundo quisiera marchar por la senda del conocimiento. Unos la buscan afanosamente; otros dicen haberla encontrado ya. Mas un día una voz clamará: "No hay ruta ni sendero."

68

Olvida que deberías haber sido recompensado ayer y no lo fuiste. ¡Qué importa, sé feliz! No eches de menos ninguna cosa ni esperes nada tampoco. Lo que ha de suceder, escrito está en el libro que hojea, al azar, el viento de la eternidad.

69

No siento ningún temor por la muerte: prefiero este trance doloroso al sino ineluctable que me fue impuesto el día de mi nacimiento. ¿Qué es la vida? Un bien que me confiaron sin pedirlo, y al que habré de volver con indiferencia.

72

Dirige la mirada a tu alrededor: no verás sino desolación y angustia. Tus mejores amigos han muerto y la tristeza es tu sola compañía. Mas levanta la cabeza y extiende tus manos: coge todo lo que desees y puedas conseguir. El pasado es un cadáver que debes sepultar.

sábado, 10 de marzo de 2012

La Despedida - José Ángel Buesa

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.

Te digo adiós, y acaso con esta despedida,
mi más hermosos sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.

viernes, 9 de marzo de 2012

Soneto Del Temor A Dios - Xavier Villaurrutia

Este miedo de verte cara a cara,
de oír el timbre de tu voz radiante
y de aspirar la emanación fragante
de tu cuerpo intangible, nos separa.

¡Cómo dejaste que desembarcara
en otra orilla, de tu amor distante!
Atado estoy, inmóvil navegante,
¡y el río de la angustia no para!

Y no sé para qué tendiendo redes
con palabras pretendo aprisionarte,
si, a medida que avanzan, retrocedes.

Es inútil mi fiebre de alcanzarte,
mientras tú mismo, que todo lo puedes,
no vengas en mis redes a enredarte.

Deseo - Xavier Villaurrutia

Amarte con un fuego duro y frío.
Amarte sin palabras, sin pausas ni silencios.

Amarte sólo cada vez que quieras,
y sólo con la muda presencia de mis actos.

Amarte a flor de boca y mientras la mentira
no se distinga en ti de la ternura.

Amarte cuando finges toda la indiferencia
que tu abandono niega, que funde tu calor.

Amarte cada vez que tu piel y tu boca
busquen mi piel dormida y mi boca despierta.

Amarte por la soledad, si en ella me dejas.
Amarte por la ira en que mi razón enciendes.

Y, más que por el goce y el delirio,
amarte por la angustia y por la duda.

domingo, 20 de noviembre de 2011

L´Invitation A La Morte - María Monvel

Ya estamos más cerca, avancemos.
No huyamos su contacto frío
ni por rehuirle clamemos:
son suyos tu cuerpo y el mío.
Tu mano deshecha en la mía
apoye su fría entereza:
busquemos la obscura belleza
que ofrece la selva sombría.
¡No aferremos con mano inquieta
sobre nuestros hombros desnudos
la capa de vida sujeta
por los más vacilantes nudos!
Aderecemos la sonrisa.
No haya crispaduras el miedo...
Por no interrumpir, vamos quedo.
¡Vamos sobre todo de prisa!
Un paso más, y ya seremos
o no seremos ¡mejor! nada.
La vida otra vez abarquemos
y dame la última mirada.

Versos De Amor - María Monvel

I

Dentro de todo es dulce
vivir como yo vivo
pendiente de tu amor
como un globo cautivo.

Corre el mundo a mis pies,
pero yo no lo siento
sólo tu amor me agita
como un ligero viento.

Tú de lejos sostienes
tus hilos temblorosos,
yo de lejos te envío
sonrisas y sollozos...

II

Tienes la maldad fría y sutil del veneno,
sabes la muerte lenta que dan los infierno,
y sabes además que por eso ye quiero!

Amargas el brebaje que tienes con los celos,
echas sal en mi pan y en mi goce echas miedo
y sazonas el filtro del amor porque muero!

Aprendiste a hacer deseables el infierno,
sabes hacer amable la caricia del fuego
y sabes el secreto de hacer mi amor eterno!

Conoces la manera de ceder el deseo
para que sus raíces no perezcan si  riesgo
y eternizar el río sediento de mis besos!

III

Tu letra es como tú, firme, ruda, sincera,
tu letra es cruel y mala.
Te amas más en tu letra que no ha temblado nunca
que en la vanidad fría de tu carta.

Te amor, y aborrezco tus cartas y tu letra,
la letra con que escribes tan hondo amor de mi alma.

IV

Copa de cristal pulido
bebo, bebo y no me embriago,
con sabor a corazón
y sabor divino a labios.

Bacante soy de una orgía
deliciosa y no me exalto.
Ruedan abiertas las rosas
sobre mi corpiño intacto
y yo bebo y bebo más
el licor que sabe a labios.

Maravilloso licor
del que ya he bebido tanto
sin que se alteren mis venas,
sin que en mi mente haga estragos.

Centella, como dos
ojos negros en mi vaso,
prende infinitas antorchas
en mi corazón helado
y arrastra mi pensamiento
hacia caminos fantásticos.

Bebo, y no estoy ebria no.
Muerdo el cristal de mi vaso
y hago trizas los espejos
que miran y estoy mirando.

Me sumerjo en mi licor
como en olas de cobalto
y aunque bebo, no me estalla
roto el cerebro en pedazos...

Disuelvo mi pensamiento,
licor con sabor a labios
y en tus olas de emoción
toda la voluntad deshago.

Centellar los ojos ardientes,
aunque muero, no me embriago,
y aunque he disuelto mi vida
en la copa de tus labios!

V

Junto a mi vera un camino,
y aquí tranquilos mis pies
y no me llevan consigo!

Me incita a mi lado el mar
y un barco a la vela presto
y no me voy a viajar.

Me consumo deseando,
y tu boca guarnecida
de besos, aquí a mi lado...!

Pero entre mi alma y tu alma
hay una pared muy alta...
Tú sabes como se llama!

VI

Ya nada más. Miro borrosos
los negros días del pasado.
De tu semblante tan amado
no queda un rasgo tembloroso.

Tu nombre no turba el reposo
de mi corazón fatigado
de haberte tanto y tanto amando
con amor hondo y silencioso.

Libre de fiebre al fin me siento.
Mi corazón libre camina
endeble, pero indiferente,
y es la vida espejo pulido
donde contemplo consumido
mi rostro convaleciente.

VII

Mi corazón acoge al amor sin reserva.
Le acaricia los rizos con blancura inefable
porque le sabe a niño, porque le sabe amable
y porque aquella cruel juventud le recuerda...

Mi corazón le acoge con pausa dulce y fría.
Besa sus labios dulces sin temblar, y le deja
jugar con el carcaj y la saeta vieja
apuntando en el blanco de mi alma vacía.

Pobre amor! Pobre niño! Mi rencor no te alcanza,
pero no hace surgir la más leve esperanza
el murmullo que siempre derramas en el oído.

Mi corazón repudia tus besos inocentes,
y aunque mis manos buenas te acaricien clementes,
ya no eres para mí sino un sueño perdido.

VIII

Te odio. Lo digo con la unción enorme
con que te dije te amo.
Pasaste de un extremo al otro,
sin transición, de un solo salto.
Ayer no más te amé y hoy te aborrezco
y apenas he cambiado.
Siempre sueño contigo por las noches
con hondo sobresalto.
Siempre y sin darme cuenta, me detengo 
muda, ante tu retrato.
Siempre que miro un árbol en las tardes
es que te estoy mirando.
Siempre que no respondo a una pregunta
es que en ti me distraigo,
y siempre que se nubla en mi vida
y que quiero morir, estoy pensando
en aquel roce silencioso y último
de tu mano y mi mano...
Todo es igual, pero antes amor era
y ahora es odio en cambio.

IX

Tienes la frialdad horrible de una estatua,
de una estatua de piedra en un jardín dormido.
En vano echo a tu cuello las dos serpientes blancas
de mis dos brazos blancos, nada puedo contigo!

Me tienta el espejismo de tus ojos de acero
y me doblo ante el frío rayo de su mirada.
Si levanto la voz, en sus focos de oro
como un collar de vidrio se quiebran mis palabras.

Pecho de hierro donde se golpean mis puños
hasta sangrar... Te amo, y me muero de anhelo.
Yo no soy sino el hilo de un deseo que asciende
de un amor a tus pies como nudo deshecho!

X

En tus ojos profundos
está todo mi mundo.

Allí está mi secreto
en tus ojos sujeto...

Busca en ti y no en mí y hallarás
el por qué nunca hallé, dicha, paz.

XI

Porque me quieres me torturas
y ya eras dueño de mis días
y siempre habrán mis alegrías
de entremezclarse de amarguras.

Porque me quieres, no venturas,
sin dolor, melancolías.
Porque me quieres, nunca mías
la tarde azul, las muchas puras...

Porque me quieres me atormentas.
Porque me quieres, con violentas
y crueles manos, hieres, hieres.

XII

Cuando es muy dura para mi la vida,
te miro entrar por esa puerta abierta
y es la visión tan nítida y tan cierta
que hago mía otra vez la dicha ida.

Tiembla mi mano de la tuya asida,
se alza de nuevo mi esperanza yerta
y revive en tu amor mi vida muerta
a todos los halagos de la vida...

Otra vez vivo y otra vez me muero
cuando mi boca estrechas con tu cabo
en cruel y pasajera fantasía
para desvanecerte tan ligero,
que despierta otra vez, mi mano toca
la puerta a que no llegas todavía!

XIII

Amor que te niegas, espera aun, espera,
soy joven todavía.
No cruces a mi lado sin detener el paso,
soy joven todavía!

Ni una arruga me cruza la frente melancólica
sin tu caricia fría.
Entre mis manos frágiles tu angustia y tu deseo
cabrían, sí, cabrían.
Y si acaso las mueves, mi mano aguda y pálida
se que se prestaría
a la caricia tímida o a la caricia cruel
que tu le enseñarías.
Mientras los animaste, en mis pupilas jóvenes
la dicha sonreía.
No supe de otros goces ni de otro dolor supe
que el que de ti venía.

Solo de amor lloré, sólo de amor sufrí,
solo de amor reía.
Tú que mi vida fuiste, nunca pensé, oh ingrato,
que me abandonarías!
Invéntame torturas, pruebame en mil fatigas,
todo lo sufriría
porque de nuevo amor, se abrase en tu calor
está mi vida fría...

Amor que te me niegas, espera aun, espera,
espera todavía!

Tres Sonetos De Las Flores - Francisco De Terrazas

I

Dejad las hebras de oro ensortijado
que el ánima me tienen enlazada,
y volved a la nieve no pisada
lo blanco de esas rosas matizado.

Dejad las perlas y el coral preciado
de que esa boca está tan adornada,
y al cielo -de quien sois tan envidiada-
volved los soles que le habéis robado.

La gracia y discreción que muestra ha sido
del gran saber del celestial maestro;
volvédselo a la angélica natura;

y todo aquesto así restituido,
veréis que lo que os queda es propio vuestro:
ser áspera, cruel, ingrata y dura.


II

Royendo están dos cabras de un nudoso
y duro ramo seco en la mimbrera,
pues ya les fue en la verde primavera
dulce, suave, tierno y muy sabroso.

Hallan extraño el gusto y amargoso,
no hallan ramo bueno en la ribera,
que -como su sazón pasada era-
pasó también su gusto deleitoso.

Y tras de este sabor que echaba menos,
de un ramo en otro ramo va mordiendo
y quedan sin comer de porfiadas.

Memorias de mis dulces tiempos buenos,
así voy tras vosotras discurriendo
sin ver sino venturas acabadas!

III

Soñé que de una peña me arrojaba
quien mi querer sujeto me tenía,
y casi ya en la boca me cogía
una fiera que abajo me esperaba.

Yo, con el temor, buscando procuraba
de dónde con las manos me tendría,
y el filo de una espada la una asía
y en una yerbezuela la otra hincaba.

La yerba a más andar la iba arrancando,
la espada a mí la mano deshaciendo,
yo más sus vivos filos apretando...

Oh mísero de mí, qué mal me entiendo,
pues huelgo verme estar despedazando
de miedo de acabar mi mal muriendo!

martes, 15 de febrero de 2011

Ya no es tiempo - Luis Rius

Ya no es tiempo, no, no;
no, ya no es tiempo.
Va muy alta la vida
y llevo ya cansado el pensamiento.
Callar, callar, callar.
Que las canciones se me queden dentro,
las canciones tardías
que nunca florecieron
cuando podía cantar.
Esas que no nacieron
que no nazcan. Ya no,
no, ya no es tiempo.
Cantar otra vez más, cantar...
Silencio

*

Qué romper de capullos, qué florido
sucederse, minuto tras minuto,
el tiempo entre mis manos... y el olvido.
¿Qué haré con tantas flores este día?
Mi tiempo llega y pasa, sin dejarme
organizar la luz que es toda mía.

¿No quedará un minuto floreciendo
más despacio y yo pueda
vivir dos veces lo que estoy viviendo?

*

Desterrado en el tiempo
como en isla infinita,
sin retorno. Exiliado
en esta edad que avanza, que declina,
que no cesa, que huye,
río al mar, día a día.

Olvidada en el mar
me dejé yo la vida.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Elegía A Ramón Sijé - Miguel Hernández

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
a quien tanto quería)


Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.


En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las ladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

(El rayo que no cesa)

Sonetos - Miguel Hernández

I

Guiando un tribunal de tiburones
como con dos guadañas eclipsadas,
con dos cejas tiznadas y cortadas
de tiznar y cortar los corazones,
en el mío has entrado, y en él pones
una red de raíces irritadas
que avariciosamente acaparadas
tiene en su territorio las pasiones.
Sal de mi corazón, del que me has hecho
un girasol sumiso y amarillo
al dictamen solar que tu ojo envía:
un terrón para siempre insatisfecho.
un pez embotellado y un martillo
harto de golpear en la herrería.


II

Tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes:
pena que vas, tribulación que vienes,
como el mar de la playa a las arenas,
voy en este naufragio de vaivenes
por una noche oscura de sartenes
redondas, pobres, tristes y morenas.
Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor la tabla que procuro,
si no es tu voz el norte que pretendo.
Eludiendo por eso el mal presagio
de que ni en ti siquiera habré seguro,
voy entre pena y pena sonriendo.