domingo, 28 de diciembre de 2008

El Brindis del Bohemio - Aguirre y Fierro, Guillermo.

Para todos que tengan un Feliz Año Nuevo, que todos sus deseos se hagan relaidad y que el año que comienza este lleno de dicha. Son mis mejores deseos para todods ustedes.
Y para esta ocación no puede faltar...


El Brindis del Bohemio
En torno de una mesa de cantina,
una noche de invierno
regocijadamente departían
seis alegres bohemios.
Los ecos de sus risas escapaban
y de aquel barrio quieto
iban a interrumpir el imponente
y profundo silencio.
El humo de olorosos cigarrillos
en espirales se elevan al cielo,
simbolizando al disolverse en nada,
la vida de los sueños.
Pero en todos los labios había risas,
inspiració en todos los cerebros,
y repartidas en la mesa copas
pletóricas de ron, whisky o ajenjo.
Era curioso ver aquel conjunto,
aquel gurpo bohemio
del que brota la palabra chusca,
la que vierte veneno,
lo mismo que melosa y delicada
la música de un verso.
A cada nueva libación
las penas hallábanse más lejos
del grupo y nueva inspiración llegaba
a todos los cerebros,
con el idilio roto que venía
en alas del recuerdo.
Olvidaba decir que aquella noche,
aquel grupo bohemio
celebraba entre risas, libaciones,
chascarrillos y versas,
la agonía de un año que amarguras
dejó en todos los pechos,
y la llegada, consecuencia lógica,
del "Feliz Año Nuevo"...
Una voz varoronil dijo de pronto:
-Las doce compañeros:
digamos el "Resquiescat" por el año
que ha pasado a formar entre los muertos.
!Brindemos por el año que comienza!
porque nos traiga ensueños;
porque no sea su equipaje un cúmulo
de amargos descuensuelos...
-Brindo -dijo otra voz-, por la esperanza
que a la vida nos lanza,
a vencer los rigores del destino;
por la esperanza, nuestra dulce amiga
que las penas mitiga
y convierten en vergel nuestro camino.
Brindo porque ya hubiese a mi existencia
puesto fin con violencia
esgrimiendo en mi frente mi venganza,
si en mi cielo de tul limpio y divino
no alumbrara mi sino
una pálida estrella:
"Mi esperanza"
-!Bravo! -dijeron todos-, inspirado
esta noche has estado
y hablaste breve, bueno y sustancioso.
El turno es de Raúl; alce su copa
y brinde por... Europa...
ya que su extranjerismo es deliciosos...
-Bebo y brindo -clamó el interpelado-;
brindo por mi pasado,
que fue de amor, de luz y de alegría;
y en el que hubo mujeres seductoras
y frentes soñadoras
que se juntaron con la frente mía...
Brindo por el ayer que en la amargura
que hoy cubre de negrura
mi corazó, esparce sus consuelos
trayendo hasta mi mente las dulzuras
de goces, de ternuras,
de desdichas, de deliquios, de desvelos.
-Yo brindo -dijo Juan- porque en mi mente
brote un torrente
de inspiración divina, seductora,
porque vibre en las cuerdas de mi lira
el verso que suspira,
que sonríe, que canta y que enamora;
brindo porque mis versos, cual saetas,
lleguen hasta las grutas
formadas de metal y de granito,
del corazón de la mujer ingrata
que a desden me mata...
Pero que tiene un cuerpo muy bonito,
porque a su corazón llegue mi canto,
porque enjuanguen mi llanto
sus manos que me causan embelesos,
!Vamos! porque me embriague
con el divino néctar de sus besos.
Siguió la tempestad de frases vanas,
de aquellas tan humanas
que hallan en todas partes acomodo,
y en cada frase de entusiasmo ardiente,
hubo ovación creciente
y libaciones y reír y todo.
Se brindó por la Patria, por las flores,
por los castos amores
que hacen un valladar de una ventana,
y por esas pasiones voluptuosas
que el fango del placer llenan de rosas
y hacen de la mujer la cortesana.
Solo faltaba un brindis, el de Arturo,
el del bohemio puro, de noble corazón
y gran cabeza, aquél que sin embages
declaraba que solo ambicionaba
robarle inspiración a la tristeza;
por todos estrechado alzó la copa
frente a la alegre tropa
desbordante de risa y de contento.
Los inundó en la luz de una mirada,
sacudió su melena alborotada
y dijo así, con inspirado acento:
-Brindo por la mujer, mas no por esa
en la que halláis consuelo en la tristeza,
rescoldo del placer ¡desventurados!;
no por esa que os brinda sus hechizos
cuando besáis sus rizos
artificiosamente perfumados.
Yo no brindo por ella, compañeros,
siento por esta vez no complaceros.
Brindo por la mujer, pero por una,
por la que me brindó sus embelesos
y me envolvió en sus besos;
por la mujer que me arrulló en la cuna.
Por la mujer que me enseñó de niño
lo que vale el cariño
exquisito, profundo y verdadero;
por la mujer que me arrulló en sus brazos
y que me dió en pedazos
uno por uno, el corazón entero.
¡Por mi madre!.. bohemios, por la anciana
que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado,
porque sueña tal vez que mi destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su lado.
Por la anciana adorada y bendecida,
por la que con su sangre me dió vida,
y ternura y cariño;
por la que fue la luz del alma mía;
y lloró de alegría sintiendo mi cabeza en su corpiño.
Por esa brindo yo, dejad que llore,
que en lágrimas desflore
esta pena letal que me asesina;
dejad que brinde por mi madre ausente,
por la que llora y siente
que mi ausencia es un fuego que calcina.
Por la anciana infeliz que sufre y llora
y que del cielo implora
que vuelva yo muy pronto a estar con ella;
por mi madre bohemios, que es dulzura
vertida en mi amargura
y en esta noche de mi vida, estrella . ..
El bohemio calló; ningún acento
profanó el sentimiento
nacido del dolor y la ternura,
y pareció que sobre aquel ambiente
flotaba inmensamente
un poema de amor y de amargura

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