Las ruecas del crepúsculo hilaban
los hilos de un oscurecer en brillos,
por la senda al mercado llevaban
yeguas, arrancadas de sus potrillos.
Cuando en los verdes prados se encendió
de mil quilates el fresco rocío,
un mozo a los potrillos soltó
a corretear según su albedrío.
Mas ellos hacia la estación corrían,
donde chirriaban las avez sin tregua
y a la yeguada en el convoy metían,
por más que resistiese cada yegua...
Los relinchos anhelantes llamaban
y, aunque las puertas no estaban cerradas,
los vagones a tremer ya empezaban
de las tristes y continuas patadas.
La locomotora arrancó a desgana,
desapareciendo en la lejanía,
mientras la estación toda la mañana
a la leche de la yegua olía.
2 comentarios:
Bellisimo poema del autor Guerrerense Lamberto Alarcón.
Muchas gracias por su publicación
Lo escuché de labios de mi padre Humberto Nájera G.
De nada, es un placer :D Saludoos!
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