En la noche he deseado, distendida la mesa
sobre los duros brazos apoyar la cabeza
y quedarme dormido como si fuera un niño.
Tener un dulce sueño, con un viejo cariño,
en que pasen cantando parejas de soldados,
en que vuelen las estrellas y pájaros dorados.
Ya se fueron los tiempos de niñez florida
donde nuestra cabeza se quedaba dormida
a la dulce lámpara en un sitio cualquiera...
¡Oh, si Dios me dejara soñar lo que quisiera!
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