México, patria augusta,
patria querida a cuyo nombre santo
entre sonrisas por el labio asoma
el alma noble para darle un canto.
Un canto heroico que en los aires vibre
y a cuyo acento el entusiasmo ruede
por la ancha frente de mi patria libre.
Un canto heroico que al rumor del viento,
soberbio alzando sus tronantes alas,
lleve a la Europa, que sin fuerzas duerme
bajo las leyes que sanciona el crimen,
la voz de libertad: es la esperanza
de los atados ante el solio gimen,
de los que humillan sin pudor frente
al mandato feroz de un soberano
que yergue altivo la cerviz triunfante
y a cuyos pies la multitud se arrastra
al crujido de un látigo infamante.
Alza, patria, tu grito de victoria,
y con los fuegos de tu exceso anhelo
a la memoria de tus muertos héroes
levanta un pedestal que llergue al cielo.
Y al elevar su frente de granito
al eco de mil épicos cantares,
a la luz inmortal de lo infinito,
como una tempestad sobre los mares
truene en el mundo liberal tu grito.
Grito de redención y de heroísmo
que altivo cruza la región suprema,
que con la fuerza de gigantes brazos
desgarra el manto y la imperial diadema
y el ropaje talar hace pedazos.
Y en tanto que abre en tenebroso seno
al feudalismo ignominiosa tumba,
le presta al genio infatigable vuelo
para elevarse a la región del cielo.
La voz de libertad vibró en Dolores.
Hidalgo noble arrojó a los vientos,
veló la tarde sus brillantes galas
y en ronco son que estremeció la tierra,
como huracán de tempestuosas alas
tronó en los aires el clamor de guerra.
A su acento supremo
reunióse el pueblo listo a la pelea,
y a su inmortal caudillo vitoreando,
al resplandor de ensangrentada tea,
la muerte marcha a recibir cantando.
Con sangre enrojecida
la altiva frente que acaricia el aura,
marcha Hidalgo al combate,
y sediento de gloria y de venganza
anima a sus soldados con voz fuerte,
y en medio de ellos a lidiar se avanza.
Y mientras silba en su redor la muerte
entona una plegaria a la esperanza.
Y así como rugiente catarata
que en tumba inmensa de granito se hunde
y que sus trenzas de rumor desata
bordando el aire con las blancas perlas
de su diadema de luciente plata;
así el heroico pueblo
que triste dormitaba entre cadenas
precipitóse por los anchos valles
y plantó su estandarte en sus arenas.
Al crujir de las armas
la ibera gente en impedir se ensaña
el vuelo de las liebres bandoleras,
un mar de sangre las praderas baña
y va a estrellar sus encrespadas olas
clamando ¡guerra! en la cerviz de España.
Como endebles espigas
las frentes rotas por el polvo ruedan,
y el sol que mira la sangrienta tierra,
con el sublime idioma de sus rayos
va por ocasos murmurando ¡guerra!
Bien pronto ante el altar de la barbarie
y castigado por el romper el yugo,
el noble Hidalgo al exhalar la vida
deja sin honras al español verdugo.
Veló la muerte su soberbia frente.
al hurra inmundo del ibero bando,
y ante ignominia tanta, el sol naciente
sus crines de oro sacudió temblando
y herido de terror huyó a occidente.
El ancho mar se estremeció en su lecho
y como inmensa tempestad que sube
rugiente en lontananza,
al estrellar sus olas contra el cielo
con voz de trueno retumbó: ¡Venganza!
La tierra estremecida
entre mil grietas que la sangre beben
vibró su voz atronadora luego
al desatar de sus oscuros antros
temblando de ira un huracán de fuego.
Murió el caudillo... De su tumba fría
la libertad se levantó triunfante
bañando en flores a la patria mía,
cual baña el sol en el tranquilo Atlante
su ala de auroras al nacer el día.
Murió el caudillo... Más dejó su gloria
eterna cual la luz de su victoria
que hundiera el centro colonial y el dolo;
luz de recuerdos que en mi patria brilla
como los halos en el ancho polo.
Hidalgo, noble mártir,
tú que diste la vida en el calvario
por darle libertad a tus hermanos;
si es que puedes dejando tu sudario
de lágrimas y gloria
volver un punto al mundo,
ven a oír cómo cantan tu victoria
y a contemplar con júbilo profundo.
el pedestal que a tu memoria santa
el pueblo libre, que tu nombre adora,
lleno de inmensa gratitud levanta.
Genio de libertad, sombra de un mundo
que el blanco sol de recuerdos baña,
cima de gloria de mi patria libre,
tumba sangrienta del poder de España.
¡Noche de redención, detén tus alas
bordadas con la luz de mil recuerdos
y sé de nuestro júbilo testigo,
mientras pulsando mi salterio rudo
con la estrofa de mi alma te bendigo,
con el alma en los labios te saludo!
patria querida a cuyo nombre santo
entre sonrisas por el labio asoma
el alma noble para darle un canto.
Un canto heroico que en los aires vibre
y a cuyo acento el entusiasmo ruede
por la ancha frente de mi patria libre.
Un canto heroico que al rumor del viento,
soberbio alzando sus tronantes alas,
lleve a la Europa, que sin fuerzas duerme
bajo las leyes que sanciona el crimen,
la voz de libertad: es la esperanza
de los atados ante el solio gimen,
de los que humillan sin pudor frente
al mandato feroz de un soberano
que yergue altivo la cerviz triunfante
y a cuyos pies la multitud se arrastra
al crujido de un látigo infamante.
Alza, patria, tu grito de victoria,
y con los fuegos de tu exceso anhelo
a la memoria de tus muertos héroes
levanta un pedestal que llergue al cielo.
Y al elevar su frente de granito
al eco de mil épicos cantares,
a la luz inmortal de lo infinito,
como una tempestad sobre los mares
truene en el mundo liberal tu grito.
Grito de redención y de heroísmo
que altivo cruza la región suprema,
que con la fuerza de gigantes brazos
desgarra el manto y la imperial diadema
y el ropaje talar hace pedazos.
Y en tanto que abre en tenebroso seno
al feudalismo ignominiosa tumba,
le presta al genio infatigable vuelo
para elevarse a la región del cielo.
La voz de libertad vibró en Dolores.
Hidalgo noble arrojó a los vientos,
veló la tarde sus brillantes galas
y en ronco son que estremeció la tierra,
como huracán de tempestuosas alas
tronó en los aires el clamor de guerra.
A su acento supremo
reunióse el pueblo listo a la pelea,
y a su inmortal caudillo vitoreando,
al resplandor de ensangrentada tea,
la muerte marcha a recibir cantando.
Con sangre enrojecida
la altiva frente que acaricia el aura,
marcha Hidalgo al combate,
y sediento de gloria y de venganza
anima a sus soldados con voz fuerte,
y en medio de ellos a lidiar se avanza.
Y mientras silba en su redor la muerte
entona una plegaria a la esperanza.
Y así como rugiente catarata
que en tumba inmensa de granito se hunde
y que sus trenzas de rumor desata
bordando el aire con las blancas perlas
de su diadema de luciente plata;
así el heroico pueblo
que triste dormitaba entre cadenas
precipitóse por los anchos valles
y plantó su estandarte en sus arenas.
Al crujir de las armas
la ibera gente en impedir se ensaña
el vuelo de las liebres bandoleras,
un mar de sangre las praderas baña
y va a estrellar sus encrespadas olas
clamando ¡guerra! en la cerviz de España.
Como endebles espigas
las frentes rotas por el polvo ruedan,
y el sol que mira la sangrienta tierra,
con el sublime idioma de sus rayos
va por ocasos murmurando ¡guerra!
Bien pronto ante el altar de la barbarie
y castigado por el romper el yugo,
el noble Hidalgo al exhalar la vida
deja sin honras al español verdugo.
Veló la muerte su soberbia frente.
al hurra inmundo del ibero bando,
y ante ignominia tanta, el sol naciente
sus crines de oro sacudió temblando
y herido de terror huyó a occidente.
El ancho mar se estremeció en su lecho
y como inmensa tempestad que sube
rugiente en lontananza,
al estrellar sus olas contra el cielo
con voz de trueno retumbó: ¡Venganza!
La tierra estremecida
entre mil grietas que la sangre beben
vibró su voz atronadora luego
al desatar de sus oscuros antros
temblando de ira un huracán de fuego.
Murió el caudillo... De su tumba fría
la libertad se levantó triunfante
bañando en flores a la patria mía,
cual baña el sol en el tranquilo Atlante
su ala de auroras al nacer el día.
Murió el caudillo... Más dejó su gloria
eterna cual la luz de su victoria
que hundiera el centro colonial y el dolo;
luz de recuerdos que en mi patria brilla
como los halos en el ancho polo.
Hidalgo, noble mártir,
tú que diste la vida en el calvario
por darle libertad a tus hermanos;
si es que puedes dejando tu sudario
de lágrimas y gloria
volver un punto al mundo,
ven a oír cómo cantan tu victoria
y a contemplar con júbilo profundo.
el pedestal que a tu memoria santa
el pueblo libre, que tu nombre adora,
lleno de inmensa gratitud levanta.
Genio de libertad, sombra de un mundo
que el blanco sol de recuerdos baña,
cima de gloria de mi patria libre,
tumba sangrienta del poder de España.
¡Noche de redención, detén tus alas
bordadas con la luz de mil recuerdos
y sé de nuestro júbilo testigo,
mientras pulsando mi salterio rudo
con la estrofa de mi alma te bendigo,
con el alma en los labios te saludo!
El Siglo Diez y Nueve, 22 Sept. 1874
2 comentarios:
tienes un par de cosillan en mi blog un besote guapisima
Hola,es que ayer no me dio tiempoa acabar de publicar la entrada jejej.Ahora si tienes ya por fin los premios blog pasate por mi blog para recogerlos
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